miércoles, 5 de octubre de 2011

En la exhalación

Ahí es donde te dejo, donde te dejé ayer y donde te debí haber dejado hace tiempo.
Ayer saliste como última bocanada de mi aliento, como último suspiro, como último pensamiento de dolor, y como último sentimiento de desquicio.
No voy a negar que tuve sentimientos de los cuales no debí aferrarme, sin embargo soy humana. Hoy, sin rencor, entendiendo tu condición y la mía, estás fuera y te libero no como dueña de ti, sino como una especie de yugo hacia mi (aunque no estuvieras conmigo), y tal vez, como una piedra en el zapato para ti.
Me recordé, una vez más, que aunque quiera a una persona a mi lado, aunque qusiera compartir mi futuro contigo, aunque..., aunque...., aunque todo y aunque nada, no puedo forzarte a estar en mi vida, si tú no lo quieres así, de ninguna forma y en ningún momento. Si prefieres estar solo o con alguien más para transformarle su vida... yo no tengo qué ver ni qué hacer.
Las palabras pareciera que se las llevó el viento y se las llevará también el tiempo, así como te llevó con él.
Te abrí las ventanas y las puertas... mi corazón lo tuviste abierto hasta las rasgaduras. Pero eso ya es un recuerdo, ya es parte de nuestra historia, la cual llevaremos en el alma, y no me causa empacho, eres y serás parte de mi en esta vida y sus reencarnaciones, así es el círculo del devenir.
Por eso mismo es que ahora hay un espacio donde vives, donde te quedas y donde te guardo el amor que se está convirtiendo en cariño.
Ayer saliste como una bocada de aire... de ese que libera sentimientos, que sale espontáneo como un suspiro pero al revés.
Tú, mi guerrero, fuiste parte de mi luz y ahora eres parte de mi transformación... Tú, mi guerrero, que llegaste sutil y te fuiste con fuerza.
Gracias

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