martes, 11 de octubre de 2011

Emilio

De repente apareciste, de la nada y de forma cotidiana. Recuerdo que era un paisaje un tanto mediterráneo. Estabas en brazos de otra, pero no podía sentir celos, porque era mi hermana... creo. Tu cabello es oscuro, igual que tus ojos... profundos como mis pensamientos. Tu piel es morena clara, como la de tu padre... creo.
Jugueteas y coqueteas con todos, tal vez eso lo heredaste de tu raíz materna... tal vez no, es así.
 
Recuerdo tus miradas esquivas, pero cuando nos miramos de frente, tan profundamente, nuestros corazones se fundieron para hacerse uno. Noté tu presencia desde el inicio de mis visiones, pero no sabía quién eras, ni porqué estabas ahí y mucho menos la fortaleza del lazo que nos unía. Pero eres tan hermoso!!! Fueron tus ojos, esos ojos y tu sonrisa las que me cautivaron, me hicieron tuya desde ya y para siempre.  
Fue tan claro y tan real, que hasta nombre tenías: Emilio.

Abrí los ojos. Ya no estabas ahí, pero te sentía unido a mi. Tal vez aún no es tiempo de que te manifiestes en la realidad pero, ¿quién me dice que no lo eres y que mi verdad está en los sueños, contigo?

Emilio, mi amor, mi pequeño que en sueños he visualizado. Juntos, sólo que tú aún estás por mitad en la semilla de tu padre (¿?) y la otra mitad en mi.

Carita hermosa, piel de durazno y ojos azabache, espera, espero, esperemos el tiempo que nos lleve en esta vida para volvernos a encontrar, porque en la otra, en la onírica, ya nos abrazamos, nos besamos, nos miramos.

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